"Las agendas, en sus páginas, guardan tesoros ocultos."
No puedo vivir sin mi agenda. Es una herramienta imprescindible en mi trabajo, sobre todo yo que llevo varios "cartones de bingo" al mismo tiempo. Igual puedo escribir: "llamar a Nicole para discutir los pormenores de la próxima emisión de nuestro programa de radio", o "realizar entrevista a un candidato para una vacante", o "emitir factura comercial para el próximo embarque a Haití", u "organizar capacitación para mis afiliados del coworking". Sin mi agenda, sería imposible para mi recordar lo que debo hacer, cuando debo hacerlo y con quien.
Para mi sorpresa, muchas personas elogian la forma de planificarme, sin embargo, reconocen que no llevan una agenda, sino que todo lo dejan a la memoria, o, que llevan sus "por hacer" de forma digital, en la computadora o el celular. A la vieja usanza, yo, para recordarlo debo escribirlo, pero de forma manual. Así de simple.
Algunas de las ventajas de llevar una agenda diaria, y que me han resultado, son:
1. Escribir en tu agenda tus actividades personales, sociales y laborales, te permiten tener una vida más organizada y evita olvidar compromisos importantes. En el mismo día puedes tener anotado, tu cita con la masajista, una reunión de negocios y una fecha de cumpleaños.
2. Sirve para catalogar las tareas desde la más importante hasta la menos importante. La que menos atención necesita o la que te da pereza iniciar, pero que no tiene prioridad, puedes rodarla para el día siguiente o para el viernes...o para la semana próxima.
3. Las agendas guardan "tesoros ocultos". Si te pones a hojearla, puedes encontrar el nombre de alguien importante o un número de teléfono que tenías perdido o una idea que escribiste en un momento de inspiración. Yo la utilizo para evitar llamar a todos mis amigos para pedirles sus fechas de cumpleaños. Solamente debo tomar un momento al principio o final de año, para traspasar las fechas desde mi vieja agenda a la nueva.
Aunque no lo crean, mi agenda sirve básicamente para quedar bien con mis clientes, relacionados, amigos y conmigo misma. Y las guardo todas desde hace seis años. En esos pocos momentos en que no estoy haciendo nada, las hojeo, y siempre es gratificante saber que, aquella tarea que pensaba era tan difícil y agobiante, la realicé sin problema. Y eso, increíblemente, me empuja a seguir con más ánimo y más planificación.
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