Cuando empieza la magia de la instrospección y todo lo que trae dicho proceso, hay un descubrimiento que te deja "¡Ahhh con razón!". Y es que toda persona que desee ser feliz, debe sanar la relación que tenga con su madre. Es el vínculo más importante que tenemos y que debe ser entendido, aceptado y definido. De este lazo, dependerán todas tus relaciones afectivas. Mamá es vida. Cómo te sientas con mamá, así te sentirás con la vida. Reconciliarte con mamá o con la memoria de mamá, es reconciliarte con la vida. Aunque no sea una relación ideal, aunque mamá te haya maltratado, criticado, exigido, apabullado, abandonado, asfixiado con mimos excesivos, en algún momento, debes aceptar lo que te tocó. Recuerda que la reconciliación muchas veces es interna y que no significa que debas frecuentar a esa persona que te hirió. Sólo aceptar y si es posible, perdonar.
Soy hija de mi padre, sin embargo, también aprendí a ser hija de mi madre. A celebrar su ideas aunque fueran diferentes de las mías, a quererla tal y como ella es y sobre todo a comprender que ella hizo el mejor trabajo que pudo con las herramientas que ella aprendió de su mamá, o sea, mi abuela materna. Por qué este asunto de ser mamá, es una cadena que arrastramos por generaciones.
Para sanar la relación con mamá, primero debemos comprender que tenemos un niño interno herido, que debe conectar con el adulto que somos, y desde allí iniciar el proceso de aceptación y en el mejor de los casos, perdón y reconciliación total. Entonces, te aseguro, podrás tener relaciones más plenas y a empezar a disfrutar mas de la vida.
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