Una vez, en un avión camino a casa me tocó al lado una "gringa" muy simpática. Cuando iniciamos la conversación acostumbrada y usual en este tipo de espacios, ella me contó lo que hacía en República Dominicana, específicamente en Jarabacoa, donde existe un campamento en el que los padres estadounidenses envían a sus hijos problemáticos para "enderezarse", a través de encuentros diarios con la biblia y Dios. Estos campamentos evitan que dichos jóvenes vayan a reformatorios o cárceles en su país, por crímenes menores cometidos.
Admiré a través de su descripción, su labor altruista. Así que animada, le hablé sobre la práctica de la meditación mindfulness o en atención plena. Le pregunté si la conocía y que quizás estos métodos pudieron ayudar a estos jóvenes a sentirse más enfocados, en contacto con sus emociones y con todos los demás beneficios que la meditación tiene sobre la mayoría de las personas. A lo que ella, con cara de disgusto, me respondió: "Lo siento, no meditamos. Sólo es suficiente Cristo en nuestras vidas". Y no volvió a dirigirme la palabra el resto del vuelo.
Y es que las personas tienen la falsa concepción que la meditación es algo religioso, o sea algo que solamente los budistas practican a causa de sus creencias. Nada más lejos de la realidad. Es un mito, un prejuicio. La meditación mindfulness es incluso criticada por algunos budistas, porque aducen se alejan de la concepción original. Un método que cambia vidas para bien, siendo objeto de falsas interpretaciones a través de detractores ignorantes.
¿Cómo puede algo que está científicamente comprobado trae innumerables beneficios a tu cerebro, ser vedado por la religión? Imagino que esto es como cuando alguien salía a correr en la década de los ochenta. Los demás pensaban que dicho corredor era un loco, hasta que la medicina y la ciencia, demostraron lo bueno que era para el cuerpo y la mente. Hoy en día, cuando este concepto errado ya no existe, correr está de moda y casi todo el mundo practica este deporte.
El mindfulness o la atención plena, no es "trendy", no es religioso, no es budismo, no es para pacifistas que no hacen nada. Este es un estilo de vida que llegó para quedarse y que como todo lo nuevo, necesita ser acogido con inteligencia.
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