Mi amigo Eugenio, se casó con una de esas mujeres atractivas e independientes (la super-mujer típica del milenio). El insistía durante el cortejo y al principio de su relación, que eso era sin duda lo que más le atraía de ella. Sin embargo y como pasa muchas veces, lo bueno se convierte en no tan bueno, sobre todo cuando tienes que vivir con esto, por el resto de tu existencia, todos los días. Hemos repetido muchas veces en este blog, que una de las claves del bienestar y la felicidad es el equilibrio y demasiada independencia puede convertirse en un problema si no es manejada con la medida necesaria. El primer signo de que la esposa de Eugenio, estaba sobrepasando los límites de su independencia, fueron las largas horas que dedicaba a su trabajo debido a que se encargaba de todo en su negocio, pensaba que nadie podía hacerlo como ella, al punto que su talento para delegar era casi nulo. No había ni una pizca de humildad o de espíritu de trabajo en equipo en la forma en l...