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Adiós Amor Perruno


Desde muy pequeña he tenido mascotas, esto debido a que mi papá es un amante de los perros. Tuvimos a Pirata, un Pastor Alemán que en un arranque de confusión se lanzó a una muerte segura desde la segunda planta donde mi papá lo ponía cada noche. Susie, un híbrido entre Poodle y quien sabe que otra cosa, negra como el azabache, estuvo con nosotros siete años hasta que un día no regresó de una de sus acostumbradas andanzas. En mi adolescencia estaba Sonja, una Rottweiler de anchas patas. Un descuido de su veterinario, supuestamente la mató lentamente sin que pudiéramos hacer mucho. Mi papá insiste en que fuimos engañados y que Sonja fue vendida sin nuestro consentimiento y que vivió una vida larga y feliz con otros dueños. Ya más adulta, tuve el Husky más dulce del mundo, se llamaba Blizzard y fue atropellado por un auto. A Blizzard le gustaba dormir bajo mi cama y beber agua del lavamanos. 

Blizzard

Pero no quiero enfocarme en el desenlace de mis perros (hay otras historias más tristes) sino en lo que pasa después. Hace poco entendí en una conversación, que es realmente un duelo, porque por desconocimiento o cobardía no podía darle nombre a esa tristeza. Es un duelo que solamente los que tenemos y amamos a los perros conocemos. Muchas personas insisten (sobre todo aquellos que nunca han tenido un perro) en no darle la importancia que se merece a la muerte de nuestras mascotas. Tanto así que no existen días libres a nivel laboral en el mundo (que sepa yo), por lo menos un día, para que el dueño pueda recuperarse de su pérdida. 

Y si, es una pérdida. Es la pérdida de acurrucarnos en la cama con esa cosa peluda y de nariz fría. Es decir adiós por un tiempo indefinido (llegaran otros perros a nuestras vidas) a ese ser que nos conoce tan bien y que intuye nuestros humores, que no nos pide nada a cambio y sin embargo nos da mucho a nivel afectivo. Es la pérdida de un amor incondicional.

Pero como todo en la vida, sufrimos, sobrepasamos, y luego atesoramos los recuerdos. Para ser un poco más felices y a pesar del inevitable duelo y de sus cortas vidas, a todo el mundo le recomiendo tener perros, sobre todo si en el hogar hay niños. Tienen mucho que enseñarnos y mucha felicidad para darnos.




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