Decidí hacer un voto de silencio por cinco días.
O mejor no.
(Indecisión....)
De acuerdo a la oración que da título a esta entrada, "Por la Boca Muere el Pez" hace alusión a una frase de lenguaje marinero que ha pasado a ser de uso cotidiano y que nos recuerda, que tanto los peces como los seres humanos podemos ser víctimas de mantener la boca abierta, los peces al tener más posibilidades de morder el anzuelo y los humanos al hablar en exceso.
En realidad es una de las cosas que reconozco debo cambiar, necesito aprender a ESCUCHAR. así con mayúsculas, porque sufro de querer exponer mi punto de vista sin tomar en cuenta a los demás. Lo importante es que reconozco que tengo un problema y me gustaría cambiarlo. Me gusta hablar...de sobra. Sin embargo, y en mi defensa, trato de que todo lo que diga haga algún aporte. (Luego repaso en mi memoria la conversación y sin duda surge la culpa y las preguntas: "Debí haberle dicho tal cosa", o "Porqué le respondí de esa forma tan cruda", "No entiendo porqué le dije aquello".)
En vista de esto, he decidido hacer una investigación exhaustiva sobre cuando las personas que hablan de más como yo, hacen un aporte o realmente no lo hacen. Preguntar cuales son las actitudes al momento de comunicarnos que más nos afectan y sobre todo que afecten al otro. De que sirve expresarnos muchas veces, si vamos a hacer sentir mal a la otra persona y provocar daños a terceros.
Las palabras tienen un efecto muy poderoso y es un arma que han sabido utilizar para bien o para mal líderes en todo el mundo. El ejemplo más cercano es que las palabras en el seno de una familia, cuando salen de la boca de mamá y papá pueden tener un efecto devastador sobre el vulnerable niño o niña. De estas palabras, que flotan en el aire en un hogar, puede surgir un ser traumatizado o un ser empoderado.
Hago silencio y leo sobre el tema en cuestión para informarme. Ojalá en el transcurso de mi investigación pueda concentrarme y callar por algún tiempo. Pero no creo que sean tanto como cinco días.
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