Es el momento mágico y decisivo de cualquier emprendedor. Ese momento en el que te das cuenta de que tu negocio creció y que es posible que siga creciendo, siguiendo las estrategias adecuadas. El dinero está fluyendo, los clientes siguen llegando. Es el momento en el que debes reclutar más personal.
Enhorabuena. No todos llegan a este punto.
Pero, que clase de personas debo contratar. Te preguntas. Una asistente administrativa, un mensajero, un contable, una conserje, un vendedor. Y la respuesta es más sencilla de lo que piensas. Contrata a aquella persona que ame hacer (y hacerlo bien) lo que no te gusta hacer a ti.
Si no tienes facilidad para los números, la opción obvia es contratar a un experto en finanzas. Si no se te da bien eso de las ventas, contrata a alguien con esa habilidad innata y con experiencia en el área de desarrollo de tu negocio. Y así sucesivamente.
Haz que tus colaboradores sean en parte tus socios de negocios, completando las deficiencias que sabes que tienes, al fin y al cabo ellos son tan importantes, relevantes, necesarios, como tus clientes.
Haz que tus colaboradores sean en parte tus socios de negocios, completando las deficiencias que sabes que tienes, al fin y al cabo ellos son tan importantes, relevantes, necesarios, como tus clientes.
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