3) Aceptar que mi alma es esencialmente feliz y que doy un regalo a mi creador y a las personas que quiero cuando soy feliz. Empecé a leer y estudiar sobre la felicidad y sus mitos. Entendí que esta búsqueda era un proceso individual y que la inquietud por querer ser parte de algo mayor debía corresponderse con un ser sano y consciente que llegara al punto de poder compartir las sabidurías aprendidas a través de la práctica personal, no solo de la teoría. En esta fase de mis descubrimientos, se llega a aceptar el sufrimiento como parte de la vida, entonces ya no se tiene una idea de la felicidad como estado de perpetuo bienestar sino de una existencia con sus altas y sus bajas, no una línea recta sino un camino lleno de baches y curvas. Nada parecido a un carrusel, más bien como una montaña rusa. Los problemas son parte de la vida, lo que se hace diferente a partir de este punto es cambiar la actitud que se tiene ante los problemas. Algo así como saber sufrir con estilo. Desarrollar la aceptación, porque el sufrimiento no es más que "la negación de lo que es" y combatir el miedo a lo impredecible.
4) Aprendí que somos lo que pensamos y atraemos lo que queremos. Cuando nuestro mundo está estático es más bien un resultado de nuestras confusiones porque en realidad no sabemos lo que queremos, a veces no estamos listos para tomar decisiones. Somos energía, somos uno, todos de alguna forma estamos conectados.
Comentarios
Publicar un comentario