La pregunta que todos nos hacemos al iniciar un negocio, es el precio a ser fijado por el producto o los servicios que ofrecemos. Muchas veces puede parecer un callejón sin salida y un gran dolor de cabeza. Las interrogantes se suceden: ¿Estamos cobrando mucho? ¿Acaso poco? ¿Estamos dentro del mercado o fuera de el?
Existe una forma de saber si el precio a cobrar es justo para nosotros, para los clientes y para el mercado. Simplemente hazte una pregunta: ¿Me siento resentida por el monto que pido? Por ejemplo, una vez tuve que hacer una traducción de urgencia para una gran empresa. Era viernes, tenía grandes planes con mi familia para el fin de semana y dicha empresa necesitaba el trabajo para el lunes a primera hora. Cuando les dije el monto y empecé a elaborar el documento, ellos aceptaron encantados pues tenían una necesidad inmediata, pero yo no me sentí feliz, pues estaba dando algo a cambio que no tenía precio: tiempo con mis seres queridos y la posibilidad de flotar boca arriba en la playa, algo que me ilusiona mucho hacer. Estaba segura que si hubiera dicho otra cifra algo más alta, ellos hubieran aceptado igual de encantados.
La idea es manejar tarifas que sean justas y que de ninguna manera y nunca empieces a resentir tu trabajo y sigas manteniendo el mismo entusiasmo y pasión por lo que haces. El dinero es un gran incentivo cuando al ganarlo no dejamos en el camino otras cosas más importantes. Un monto justo te hará feliz y tu felicidad se reflejará en tus negocios y los clientes lo notan, lo que atrae más personas.
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Mi lección aprendida fue que, el dinero que hice en ese trabajo urgente no justificaba perderme ese relajante y sublime momento de flotar en las aguas azules del atlántico junto a las personas que quiero. Bueno, creo que ni por todo el oro del mundo lo volvería a hacer.
Buena Suerte!!!
Futura en Línea.
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